Oculto en una pequeña aldea de Victoria en Marysville, sudeste de Australia,
se encuentra un mundo mágico donde el escultor Bruno Torfs lleva 25 años contribuyendo con su obra a combinar la belleza de su arte con la belleza de la naturaleza que lo rodea.
Nacido en Sudamérica, a los 15 años su familia emigra a Europa en busca de nuevas oportunidades.Sus continuos viajes, a veces solo y a veces con su mujer Marleen, van formando la personalidad del artista, que la va reflejando en forma de cuadros y esculturas.
Después de varios años de vivir así, Bruno y su familia deciden irse a Australia para crear un jardín con sus esculturas que sea a la vez una atracción permanente. Tras encontrar el sitio ideal en la pequeña aldea, en cinco meses consigue abrir el parque al público.
Bruno comenzó con apenas 15 esculturas y a día de hoy se pueden encontrar más de 150 y continúa añadiendo algunas cada cierto tiempo.
Se ha quedado a vivir allí con su familia en ese espacio de selva tropical que él compró para poder vivir también con sus obras.