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jueves, 25 de junio de 2009

La verdadera gratitud

No podemos deshacernos de todo lo malo. Lo que para ti es malo podría ser bueno para otro. Lo bueno y lo malo son algo relativo, pero existe un “bueno” que no lo es. Hay un “correcto” que está por encima de todo lo correcto o incorrecto. No se trata de lo que ocurre en este mundo, de todas las olas que vienen. Tu realidad es el aliento que entra en ti. Tu realidad es que estás vivo.

Cada día tenemos la oportunidad de aprender a estar vivos de verdad. Para el mundo simplemente es: “Haz esto, lo otro y lo de más allá”. Eso no es estar vivo.

La gente dice: “No se puede vivir disfrutando siempre. Hay que aceptar lo que el mundo tiene para darnos, y eso es todo”. En un extremo están los que piensan: “Haz lo que se supone que tienes que hacer, lo que te han dicho que hagas. Ésas son tus responsabilidades, tus obligaciones”. Y el otro extremo es: “Olvídate de todo, vete a vivir a los Himalayas, aféitate la cabeza y aléjate del mundo. Eso es lo que tienes que hacer”.

Nadie dice que eso no importa. La persona que lo ha dejado todo y se ha ido a los Himalayas quiere ser feliz; y la que está en medio de este mundo haciendo lo que sea quiere lo mismo. La felicidad y el deseo de tenerla existen para ambas.

Hay muchas interpretaciones, y todas parten de la base de que estás confundido. No puedes permitirte estarlo. Tienes que dar cada paso con total claridad. No eres el maestro de esta existencia; eres un aprendiz.

Sé un aprendiz. Aprende algo nuevo de la vida cada día, porque la vida te está dando la oportunidad de aprender. Se te está enseñando el valor de cada aliento, el valor de esta existencia. Se te está enseñando lo importante que es para ti sentirte en paz.

Como aprendiz que eres, aprende más y más, y hazlo cada día lo mejor que puedas. Todos los días haz ese esfuerzo e intenta ser un poco más consciente. Un aprendiz no está ahí para juzgar: “¡Hoy fue un mal día!” Fue simplemente un día.

Aprende eso, porque cuando empiezas a comprender sucede la cosa más increíble; una gratitud verdadera surge del corazón, no de los conceptos. Hay una gratitud para la que no basta un “por favor” o un “gracias”, porque es absolutamente real. Me conmueve; tiene que ver conmigo, no con una sociedad o con un concepto, sino conmigo. Evoca mi hambre, mi sed, mi realidad, mi existencia. Cuando siento esa gratitud verdadera no tengo palabras para expresarla.

Te beneficiarás de esa conciencia, de esa comprensión. Y, sí, es posible. Puedes sentir esa alegría; puedes tener paz en tu vida. Es posible incluso en medio de todos los problemas del mundo.


Maharaji