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jueves, 23 de octubre de 2008

Tú verdad y la mía lindan en el Amor Universal

Con el paso de los años, uno va descubriendo que la religión es el Opio del mundo, seguramente es algo de no dudar, pero el porque lo es, es la gran diferencia al mantenernos en un estado de éxtasis constante.
Yo siento que el ser humano, siempre ha sido un ser unido a una esencia espiritual que la busca por doquier, pues siente el halo de lo que lo eleva al infinito.
No soy de las que se ciega ante la única verdad muy discutible por cierto.
Un indio en medio de la selva cree en la luna y en el Sol las veneras y los une a sus arraigos, tradiciones y a ellos bendice por la luz, por lo que ellos siente que les brinda.
La madre naturaleza constituye su esencia divina.
Miles de Humanos, buscamos desesperadamente a esa deidad que nos mime en lo mas mínimo, a ella le pedimos, le agradecemos y en ella confiamos, a pesar de muchas veces no ser lo suficientemente cónsonos con nuestros principios y acciones.
Cuando me detengo a oír la diversidad de las formas como se le llama, me doy cuenta que existe pluralidad, más una solo verdad y ella esta en ese Amor Universal que nos vuelca a los demás.
Esa humanidad divina que nos hace estremecer ante alguien que suplica, nos hace extender la mano ante un necesitado, nos hace llorar ante el dolor, Y nos cuestiona ante la muerte.
Esa creo que es la esencia real del hombre, y que solo logra ser entendida bajo la premisa del Amor.
Existe una gran diversidad de religiones en el mundo, todas ellas bajo la misma premisa,Pero la gran verdad que he podido encontrar es creer que soy parte de esa deidad, pues en un soplo infundió en mi su esencia, nos creo a su imagen y semejanza, nos dio el poder de realizar sus mismas obras, somos parte de el, y el es parte de nosotros.
Miles de personas con vidas en la santidad, logran grandes hazañas, tal vez ellos sean los verdaderos ejemplos de esa frase del Génesis.
Ellos han vivido una vida entregada a los demás, han hecho lo material a un lado y puesto en el lugar preciso para que eso sea el con que ayudar, mas no el para que vivir.No es lo mismo poseer bienes para disfrutarlos, a tenerlos y poder ayudar.
Una vez leí a Dalai Lama, jamás cuestiona la veracidad o no de lo que creemos, más si el compromiso asumido en lo que realmente creemos.No importa el nombre con que lo llamemos, lo importante es saber que esa deidad es nuestro Padre en esencia divina, que somos parte de él, y que jamás debemos ser distintos a lo que realmente creemos, así reflejamos lo que somos.
Que mis acciones jamás sean distintas a mis palabras, y que siempre sea con los demás lo que anhelo sean conmigo. Saber que soy parte de un todo me hace ser responsable de o que jamás hice que debí haber hecho, eso nadie lo hará por mí. Y quedará ese vacío sin esencia ni razón. Llamemos a eso nuestra misión de vida.